Llevaba bastante tiempo sin escribir. Tanto que los dedos se me arrugaron como si viviese bajo el mar. Y entre mis falanges fueron apareciendo unas pequeñas membranas que me impedían deslizar con soltura el bolígrafo. Era imposible incluso hacer la lista de la compra. Así que empecé a desarrollar mi memoria para satisfacer el pago diario de los diezmos que la vida me imponía. De tal suerte alcancé un grado desconocido de aprovechamiento del hemisferio derecho. Soy diestro.
- Juan permaneció absorto durante el discurso de Bene, buscando con ahínco cualquier fallo en la oratoria del mandatario nigeriano. Algún punto débil. Sin embargo, a medida que discurrían las palabras escupidas desde aquel micrófono, se sintió más cercano a ellas. Creyó en su significado.
Años después se dio cuenta del error que había cometido.
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