jueves, 2 de enero de 2014



De paz se han muerto mis manos.
De esa paz enjuta y que soslaya el frío, el hambre, la amargura.
De paz se ha resquebrajado mi cuerpo
Cuando el hambre oscura y la venganza pedían tregua,
Y también guerra.
De sangre han quedado manchadas mis carnes.
De mi sangre, mi honra.
De mi honor mi gloria.
De mi canto mi amante ha quedado prendada
Como yo sentí aquel día aquellas palabras.
No es mas social el que menos reza
Sino el que mas acude.
Por eso, inermes, mis manos piden guerra
Una aliteración de sonidos, una daga
Sobre el corazón de la apatía.
Me rinde el cansancio de las calles frías
Llenas de muertos y otros pidiendo
Y un oscuro día me rebela el tono
Todo ello aletargado, sombras y entuertos,
 final de mes.
Me he sentado ante un libro en blanco
Un mar de almas, una lluvia de gotas blancas,
Allí en la página cuarenta y siete  traen armas
Perdidas las madres del mundo,
Con leche en sus pechos de reluciente blancura,
Alimentando lobos que alarguen las fauces,

para  olisquear  algo más que el hambre.

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