viernes, 10 de enero de 2014

La gente dependiente no sabe dónde ocultarse,
ni la soledad los aguanta.
Los pájaros más débiles siempre están solos
y por eso vuelan juntos a buscar no se qué esperanza.
Son maltratados por el tiempo de la felicidad,
quedándose en su casa de adobe y mentira,
mirando por la ventana la vida que se les escapa.
La gente dependiente es como una ardilla esperando el otoño.
No se saben atar los zapatos.
No corren cuando el tiempo apremia.
Vacilan ante la solución.
La gente dependiente muestra sus flaquezas
al ritmo de la meteorología:
si hace frío bailan envueltos en frío,
si llueve, la lluvia los moja,
si el sol los ilumina, sudan miel
para que otros beban,
la gente dependiente es un continuo
vaso comunicante de miserias.

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