El dolor
nunca fue tan punzante,
las carnes
se me abrieron cuando te fuiste,
y chorreaba
de ellas un segmento negro,
una sangre
negra, un recuerdo negro.
El dolor se
agudizó cuando te fuiste
pero ya
estaba mucho antes,
habíamos
fracasado, habíamos perecido inermes
y débiles
de espíritu, contradiciéndonos.
Pero aún
amándonos.
Todavía te
quiero, recuerdo.
Todavía
sangro, aún sangro,
aún finjo
sonreir cuando me desespero.
Hoy he
visto en un espejo más de un sol viejo,
más de una
luna que nos mojó a los dos el día entero.
La medida
perfecta para ser sincero.
(Quod me alit me evertit, 2013)
No hay comentarios:
Publicar un comentario