Encarecida
noche por el ímpetu,
la
melancolía, aspavientos que
resuenan
y fingen malicia. La idea
de que
esta noche fueses libre
se
desvanece como un sueño. En
la
caricia de este búnker te refugias.
Pertinaz
es mi voz ante tal desbarajuste.
Seca y
aplastante, y rellena de disciplina.
Para
qué escuchar cocerse tantos garbanzos,
la
fiera negra que da el caldo
se
desmelena, absuelta de errores, libre
de
penas.
Arquetípica
voz frustrada. Luz embriagada,
taciturna
y apagada. Moribunda si no fuera
por la
punta del cigarro.
Enchufes
a la vida, de internet,
de sus
falacias pixeladas,
cerca
de diez años tardaremos en saber nadar
mientras
tanto que el barco no se hunda,
achiquemos
lo necesario, nada más:
la
oportunidad es un don que se
presenta
a los escuálidos como un refugio.
Para un
rico es su desayuno.
Y la
gélida templanza de su rostro
no hace
sino demostrar lo equivocado
que resulta
ese
razonamiento.
Severo,
no; equilibrado, amado, luengo.
Saltarín,
ya veremos, pero si acaso, aventurero,
capaz,
abogado, viento.
Refugio,
aquí me tienes.
Sangre,
aquí me tienes.
Manos,
uníos a mí. A mi sangre, a mi pulso,
al
largo caminar juntos y descalzos,
amables,
curtidas por el sol de trabajar sonrisas...
...adonde
tu y yo lleguemos.
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